toma el gobierno de delhi En los últimos años, ha realizado una serie de anuncios, otorgando subsidios que también vieron cómo su superávit de ingresos se reducía de más de 10 000 millones de rupias en 2010-11 a un poco más de 1000 millones de rupias en 2021-22, una disminución de casi el 88 %. . Durante el mismo período, el Delhi El gobierno también vio aumentar su dependencia de las subvenciones del Centro en un 122%. En ausencia de las subvenciones del Gobierno de la India, su superávit se habría desvanecido, dando como resultado un déficit de 2.000 millones de rupias.
Según las proyecciones presupuestarias para 2022-23, Delhi verá desaparecer aún más su superávit con un déficit de 3000 millones de rupias. Las políticas fiscalmente irresponsables de este gobierno también han visto un aumento del 39% en la deuda en los últimos 10 años y un aumento de los préstamos del Centro por una suma de Rs 4.700 millones de rupias.
Las métricas sorprendentes se refieren al mal uso de las subvenciones destinadas al desarrollo de activos de capital, incluso cuando el estado está aumentando el gasto en subsidios. Además de eso, se gastaron casi Rs 805 millones de rupias en anuncios durante un período de cuatro años, unas 44 veces más que Rs 11 millones de rupias en 2012-13 a Rs 488 millones de rupias en 2021-22. El gasto en subsidios aumentó un 92 % entre 2015 y 2020, mientras que los salarios de los legisladores y ministros aumentaron entre un 66 % y un 100 %. Esto significa que apenas está invirtiendo en infraestructura física.
El gobierno de Delhi, por supuesto, no está solo en tal despilfarro. Entonces, ¿cómo y cuándo nosotros, como sociedad, normalizamos ‘gastar el dinero de otras personas’ en generosidad a esta escala?
Como se mencionó en otros comentarios anteriores sobre este tema, se debe distinguir entre ‘buenos subsidios’ y ‘malos subsidios’. Este último crea puestos de trabajo y facilita y estimula el crecimiento de la economía. Al no enfocarse en la entrega de subsidios vinculándolos a necesidades específicas y segmentos de beneficiarios, los ‘malos subsidios’ perjudican a los mismos sectores a los que supuestamente desean servir.
El debate sobre la política gratuita tiene que ser un debate sobre cómo las políticas que fomentan el ‘espíritu de empresa’ son ethical y éticamente, por no mencionar económicamente, superiores a las políticas que generan una ‘cultura de derecho’. Este debate también tiene que ser acerca de hacer una elección sabia en la política que crea una ‘escalera de oportunidades’ frente a la política que atrae a uno a un ‘pozo negro de regalos’.
Finalmente, este debate tiene que ver con preferir una crimson de seguridad específica destinada a ayudar a los vulnerables a recuperarse económicamente, mientras se rechazan las ‘muletas de subsidios’ que están destinadas a crear una dependencia generalizada. Al igual que se supone que la acción afirmativa de castas limitada en el tiempo proporciona una ventaja para aquellos que están rezagados socioeconómicamente, en lugar de convertirse en un elemento permanente para las aspiraciones competitivas de la comunidad.
Es hora de cambiar decisivamente el debate público hacia políticas fiscalmente responsables y políticas de empoderamiento que busquen fomentar el espíritu empresarial, al tiempo que estimulan el ciclo virtuoso del crecimiento económico.